La cuarentena de cuatrocientos días

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Por @IroniaLd

Ciudad de México.- Vas a decir que me he vuelto loca y tal vez sí, pero tras 4 meses quien no podría decir que tiene un poco de paranoia por todo lo que se escucha está pasando en nuestra ciudad.

Desde finales de marzo la empresa en donde trabajo, nos empezó a mandar a laborar a nuestros hogares. En realidad, al ser una empresa de tecnología, teníamos las herramientas para poder seguir sin disminuir nuestra productividad y dar continuidad al negocio y todas las áreas que laboramos para ella. Por suerte, somos una de las empresas que ha podido continuar y que se ha mantenido, lo cual no ha sido fácil.

En casa me he dedicado a trabajar y a trabajar y a trabajar, vivo sola desde hace más de 5 años desde que llegue procedente de tabasco, mi vida ha significado un cambio radical. Venir de un municipio pobre como tantos de los que existen en nuestro país y llegar a la gran capital ha sido realmente complicado.

En mi departamento ubicado al norte de la ciudad, aunque pequeño, no tengo nada que falte. En este tiempo he tenido experiencias que me han hecho ser desconfiada y ensimismada en mis propios temores. Aun tiendo a recordar muy frecuentemente mi pueblo, su olor a tierra mojada, húmeda, el calor que en toda época del año puedes sentir, mi gente, mi familia.

Es realmente difícil el abrirse ante un mundo desconocido y lleno de gente que en su mayoría quiere abusar del que tiene al lado o por lo menos esa ha sido mi experiencia. No era de esperarse otra cosa con esta pandemia, que yo me encerrara en mi casa con mi única compañera, la soledad.

Puede ser adictiva, sobre todo cuando llegas a descubrir la paz que existe al estar en ella. Es una gran experiencia el conocer cada centímetro de tu cuerpo y de tu alma. No me juzgues por no querer salir a esta nueva normalidad, no es mi interés ni me atrae regresar a las calles a donde nadie te brinda un saludo ni mucho menos una sonrisa.

He logrado después de casi cuatro meses una rutina que satisface todas mis necesidades. Es cautivador levantarte cada mañana con una música suave y relajante, he aprendido a agradecer por cada día, permanecer en mi cama estirando cada uno de mis músculos que me estarán aguantando todo el día.

La empresa ya está empezando a establecer protocolos de regreso a la oficina, algo que realmente me aterro. No quiero regresar al mundo en donde no he encontrado más que burlas por mi aspecto físico y mi forma de hablar, todo es motivo de burlas. Te imaginaras que alta no soy, pero… yo me sentía hermosa, tenía a mis pies un pequeño reino en donde lo único que me faltaba era el saciar esa hambre de aprender, de crecer intelectualmente y profesionalmente, lo que me hizo decidirme a esta tu ciudad.

No creo que sea realmente malo el disfrutarte, disfrutar tu casa, tu rincón de estudio, tu café por la mañana, en donde solo el aroma a ti te acompaña. No soy ermitaña, obvio no, tengo que salir como todos a realizar las compras en las filas interminables de entrada y salida del supermercado, en donde puedes ver a cada una de la personas caminando robóticamente un paso a la vez, con el celular en la mano algunos riendo, alguno con una expresión de enfado o fastidio y el que te voltea a ver ahora es para identificar si eres o no una persona que podría permanecer a su lado por más de 3 segundo a más de un metro de distancia, pero ¿que más me puede ofrecer el mundo externo?

La soledad ha llegado a ser mi mejor amiga, con quien bailo y canto sin esperar que me diga si lo hago bien o bonito, con quien comparto lectura de libros y artículos ya sea recostada en mi cama o en sofá que tengo junta a la ventana, me acompaña cada noche cuando la angustia por tantas noticias me invade, la que me ha enseñado a conocer mis sentimientos y frustraciones.

Hoy me siento realizada, en mi trabajo soy buena en lo que hago, mis emociones las he aprendido a controlar, mi apariencia es algo que me preocupa por salud no por tendencia ni por prototipo, mi casa es el lugar que yo misma cree a mi satisfacción. No me siento frustrada ni renegada, estoy en libertad de ser y hacer lo que quiera, he logrado objetivos que me propuse, logro disfrutar cada una de las experiencias que me regala la vida.

Porque esperar a que alguien o algo venga a alegrarnos si todo lo que necesitamos lo tenemos dentro de uno mismo, hoy me siento enamorada de cada parte de mí, no he perdido la capacidad de asombro de lo que soy capaz de sentir, hacer y vivir, tener un plan de vida es mi obligación y es mi deber cumplirlo, aunque no lo creas es seductor estar en casa y sentirme amada, por mí.

La soledad llega a ser adictiva. Una vez que te das cuenta de cuanta paz hay en ella, no quieres lidiar con la gente.

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